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    EL EXTRAÑO CONSUELO DEL CIELO

Le daba miedo lo que era...sentía temor por lo que eran.
Atormentado por  lo que era, se podía definir. O  bueno porque no “melancólico”. Bueno eso era tal vez  lo  sentía  él en ese momento, rechazado con una tosca actitud desarraigada sin consuelo alguno, o bueno tal vez si eso existiera pues no conocía esa palabra ¿consuelo?. Nunca logro sentir un verdadero afecto de alguien.
Todos lo aborrecían y trataban de generar el menor contacto con el, incluso visual, pues al verlo las personas desviaban la mirada a otro lugar incluso si no hubiera lugar alguno que mirar, todos aborrecían lo que era.
¡Un hombre marginado, raro, sombrío y tal vez en lo que más radica su desprecio era su  medio rostro¡. La mitad de su cara estaba echa pedazos, la visión de ella para él y los demás era grotesca, desagradable para cualquiera. En algunos días del año su rostro llegaba a   emanaba un olor desagradable, incluso hasta para el mismo. Por todo esto él  había intentado terminar con su vida muchas veces, incontables y increíbles para cualquiera,  pero ninguna con éxito alguno, lo había intentado de mil mares: una vez se arrojo en la carretera mientras pasaba un micro bus, pero su desgracia no termino hay puesto que solo sufrió lesiones menores, era el ser más desgraciado del mundo o bueno  al menos eso era lo que los demás y el pensaban; ¡pero quien es él y quiénes  son los demás: ¡persona sin consuelo tal vez!
Su desgraciada de 35 años lo llevo un día cualquiera. .  ¿ y por que cualquiera? ¿Por qué no un día como hoy? Lo llevo a orillas del puerto. con toda la voluntad de lograr su objetivo,  de ponerle fin a su maltrecho estado. Se sentó a orillas de largo puerto,  intento atar su pierna a una roca y arrojarse al mar y que la grande roca le golpeara en la cabeza y así no sentir la sensación de ahogo y hundirse en las oscuras aguas. Sin lograr si quiera hacer el nudo necesario para fijar la piedra, su destreza con sus manos era muy mala y los nudos no eran su fuerte.
La noche fue larga para él, podría haber hecho mil veces el nudo sin conseguir el correcto, sus habilidades con sus manos no eran las necesarias para cumplir lo que esperaba, el sol espesaba a asomarse cuando dio por terminado el nudo ¡por fin lo había conseguido!, quizás  no era el mejor nudo pero él sabía que era el necesario para él. Lo amarro fuertemente a su pierna inclino su cabeza al cielo en un gesto de victoria, y contemplo por primera vez en mucho tiempo… el cielo.
No comprendía lo que veía  vio esa gran esfera que daba vida a ese enorme tapis azul, podía sentir su calor podía sentir esa calidez que recorría su cara y que por una entraña razón iluminaba y llenaba de lágrimas su rostro cicatrizado. No comprendía por que ocurría esto, estaba totalmente anonadado su cuerpo se estremecía con cada segundo que pasaba, cerró sus ojos y se dedicó a sentir el calor y el fresco que producían para su alma esta sensación, sus lágrimas no paraban de  salir, y su cuerpo no paraba de temblar. Durante una hora permaneció inmóvil siendo susurrado o tal vez consolado, no lo sabía. De un momento repentino abrió los ojos bruscamente pues ese calor que sentía se había desvanecido y sus lágrimas se habían secado por completo, en el instante en que abrió sus ojos   una gota de agua fría golpeo su nariz y estremeció de frio su ser. horrorizado por lo que veía se levantó bruscamente, pues el cielo ahora era gris oscuro como él siempre lo veía, quiso dar respuestas a lo ocurrido pero él no las tenía, el bullicioso puerto estaba lleno de barcos nunca supo cuando llegaron, grito a todo pulmón a unos marineros que estaban descargando pescado, pero su grito se vio perdido por el sonido de un barco que acababa de llegar, descontrolado comenzó a gritar como loco, pues no estaba satisfecho, quería volver a sentir ¡el sol que lo consolaba!.

Tomo impulso para correr tras la nube que tapaba su hermoso cielo y reprocharle.
Pero Se había olvidado de la soga atada a su pie, quien con el peso de la piedra lo arrojo a un lado, botándolo a las frías aguas, trato de luchar con el peso de la enorme roca, pero no tenía fuerza para ganarle, había agotado la poca fuerza en el frenesí  de sus gritos sus pulmones que ya habían experimentado esa sensación de  asfixia tal vez no con agua, pero si con humo, no resistieron, más se un dio lentamente en las turbulentas aguas dejándolo solo en las profundidades como él quería.

Antes de su última bocanada de agua, pudo sentir una tristeza infinita dentro del, pues por primera vez en 35 años. Quería vivir Y sentir… " EL EXTRAÑO CONSUELO DEL CIELO”.
pequeño escrito tras una tarde lluviosa y aburrida
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